No podía describir mi felicidad al ver el anillo con nuestros nombres escritos en él. Era como lo había soñado y él me lo estaba dando ahora. Sin pedirlo, me lo estaba dando. Realmente, era inmensamente feliz.
— Esto… no lo esperaba — me limito a decir. — Perdón por tardar tanto en entregártelo. Casarnos sin conocernos, hizo que tuviera una idea equivocada de ti y deseando que terminara pronto, me alejé y trate mal para poder evitar una desgracia. — Susurra Helmut y yo acaricio su mejilla. — Es normal temer y dudar, cuando has sufrido tanto. Pero, por favor, no vuelvas a lastimarme así. dudo que puedas recuperarme si lo haces. — Susurro y él besa mi mano. — Creo que la maldición se ha ido. No te has sentido mal y yo me siento bien. Si es verdad que ya no estoy maldito, podremos vivir nuestro romance poco a poco, sin