Miro a mi alrededor y parece que me he puesto una peluca y maquillaje de payaso, porque todos sonríen por las palabras de mi esposo, dejando claro que no está bromeando al hablar del dinero que posee. El desgraciado es inmensamente rico.
— Entonces, si no sabias cuanto he gastado y obviamente no has venido a reclamarme eso, ¿por qué estás aquí? — Pregunto confundida. — Quería ver si te estabas metiendo en problemas — dice Helmut y yo ruedo los ojos. — No soy una niña. — Le recuerdo. — Solo las niñas ruedan los ojos como lo haces y no me gusta. Muestra cuan malcriada eres — dice Helmut y yo sonrió. — Lamento mucho que tu esposa sea una malcriada. Ahora que has visto que no hay policías ni mucho menos bomberos apagando el incendio, puedes marcharte. — Digo señalado la puerta, pero, H