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Lucrecia mandó a llamar a cada uno de los sirvientes de la casa de los Salvatierra y los reunió en el jardín, después fue a la habitación de Elena y le avisó.

—Señora ya están todos en el jardín como usted ordenó.

—¿No falta ninguno?

—Están todos los del turno el día de hoy, mañana tocará reunir al otro chofer y al otro portero.

—Está bien Lucrecia.

—Señora, ¿usted piensa decirles a todos que esa muchacha es prostituta?

—Por supuesto que se los voy a decir, deben estar al tanto y permanecer muy alertas con los movimientos que esa mujer haga mientras permanezca en esta casa. ¿Por qué? ¿Acaso no estás de acuerdo?

—Es que tengo entendido que el señor Rodrigo firmó un contrato con ella, y no sé si sea confidencial.

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