Lucía igual que siempre pero su mirada no era la misma, se notaba cansada y tal vez decepcionada.

-¿Qué lo trae por aquí a estas horas?

-Vine a ver a mi prometida. ¿No puedo?

-Eso depende.

-¿De qué?

Su mirada era provocadora, la mía seria.

-De dónde se encuentra su prometida.

-¡Cómo que dónde! ¡Eres tú Emma, por supuesto!

-¡Pensé que ya se había olvidado de mí, han pasado semanas desde que firmamos el acuerdo y...

-He estado muy ocupado, es todo...

Vi la culpa en su rostro y también algo que no pude descifrar, estaba ocultando algo, no sabía qué era...

-En ese caso, deberíamos reunirnos para discutir nuestra situación actual.

-¿A qué te refieres, Emma?

-Lo he pensado mejor, no quiero casarme contigo Keller...

-¡¿Estás bromeando?!

-¿Por qué lo estaría?

Hace semanas que no te apareces por aquí y entiendo que estés ocupado, no tengo la intención de casarme y vivir contigo como un matrimonio normal o que me llames cada cinco minutos, sin embargo, no pienso casarme con un hombre q