Tras despedirse de su familia, Margarita se entregó por completo a Lucca, quien le ofreció una hermosa luna de miel en la elegante y apasionada Inglaterra. Tuvieron diez días de romance emocionante y atardeceres cálidos.
Cenaron a la luz de las velas, navegaron a la medianoche, fueron de pesca, de excursión y aventuras. Descubrieron que, no solo eran buenos en la cama y cuando de comprensión se trataba, sino que también eran compañeros de aventura y de vida.
Días antes de regresar a Chile, visitaron también una de las bodegas más importantes de producción de vino del país. Margarita deseaba recorrer ese antiguo lugar y aprender un poco más de ellos.
Al final, su viñedo continuaba en pañales y sabían que podía ofrecer cosa