Lucca no se pudo aguantar, tuvo que gemir cada vez que ella se lo clavó completo hasta el final y la cosa se puso peor cuando Margarita llegó al orgasmo y se rozó de forma circular alrededor de su miembro. Sus gemidos se convirtieron en gruñidos atiborrados de ardor.
Ella recordó que su suegra los acompañaba y no tardó en cubrirle la boca para silenciarlo.
—Tu madre… —musitó ella y le miró a los ojos con una gracia que lo hizo explotar en una divertida carcajada.
Lucca apretó los labios cuando entendió lo que ella trataba de decirle y cerró los ojos para dejarse llevar por su sensual movimiento de pelvis.
Margarita no se detuvo allí. Aprovechó de la dureza de su erección para continuar y