Un día no tan malo

Aminoró el paso una vez delante de la puerta del aula, la cual abrió muy suavemente para no llamar la atención.

-Eagle- la voz del profesor resonó en la pequeña habitación- Se pueden saber si estás son horas de llegar-

El chico sacudió sus cabellos cuando pasó la mano por la cabeza en muestra de arrepentimiento.

-Lo siento, si se lo digo no me va a creer-

-Pues te quiero en el departamento en el receso, pasa y siéntate- el hombre mayor se giró y siguió escribiendo en la pizarra como si nada hubiera interrumpido la clase. Vaya mal día.

Se dirigió a su mesa y se sentó dejando su mochila a un lado.

-Solo a ti se te ocurre llegar tarde a la clase del viejo calvo- la voz de su compañero apenas fue un susurro.

-Ayer llegó un cargamento a la tienda y terminé de trabajar muy tarde. Se me olvidó cargar el teléfono por lo que no sonó la alarma y el metro no paró, además no he desayunado.

-Mejor ni se lo digas, no te va a creer seguro, deberías buscar un trabajo que no te exija tanto hasta altas horas de la noche y te pague más-

-Lo sé pero ahora mismo al menos me permite pagar el alquiler y no hay muchos trabajos disponibles- Eagle sacó la libreta y comenzó a tomar nota. Siendo un alumno de cuarto año no debía tomar a la ligera sus estudios.

-Pero con todo y eso hoy te veo diferente, qué buen bicho te picó-

Él lo miró de reojo con una sonrisa pícara en sus labios.

-Ayer vi a la belleza de mis sueños en persona-

-¿Una chica nueva?- su amigo se emocionó acercándose a él interesado en el asunto después de todo, Eagle era bien  conocido por sus movimiento hacia el sexo opuesto.

-No es precisamente una chica, es toda una mujer, mayor que yo, pero te puedo asegurar que es lo mejor que he visto en mi vida- apretó sus labios, aun recordaba su rostro. Lo que más le gustaba de ella era la seriedad y la poca atención a su persona, al no ser acosado por ella, le daba una nueva perspectiva.

-Así que te gustan mayores- su amigo le guiñó el ojo- y desembucha, como es, está buena, que hace- comenzó a llenarlo de preguntas y este tuvo que apartarlo antes de que fuera muy evidente su conferencia privada.

En la tarde se sentó en el banco del parque central apretando su celular. Su día, además de ser el peor de toda su vida, no creía que pudiera empeorar, pero si, lo hizo. El mensaje que su despido había sido la gota que colmó el vaso. Ahora, las preocupaciones se le aglomeraron, sin trabajo, no tendría dinero para pagar su alquiler, sin una estancia en la cuidad tendría que volver con sus padres a su pueblo de origen a casarse con la persona que su madre había decidido hacía años y todos sus sueños de terminar sus estudios se irían por el conducto del agua.

Angustiado dio un gran suspiro y se levantó solo para que una mota inmensa y dorada saltara sobre él y comenzara a darle lengüetazos sin respiro. Eagle solo pudo cubrir su rostro ante el ataque repentino hasta que descubrió que provenía de un perro y le respondió las caricias restregando su grueso cuello riéndose. Cuando ambos se cansaron se enderezó y el perro se quedó dando vueltas alrededor de él. Aprovechó para revisar su placa y ver su nombre.

-Bueno Rufus, amigo, estás perdido- le restregó al cabeza.

-Rufus, maldito cuando te coja- Eagle oyó la maldición venir de alguien y se rio internamente por la travesura del perro solo no esperó que la persona que veía corriendo hacia él, con dificultad por culpa de los zapatos de tacón, fuera la belleza que había conocido el día anterior.

Tal vez su día no había sido tan malo.

Scarlet llevaba ya un buen tiempo sentada en el mismo banco del parque acompañada de Rufus que de vez en cuando tiraba suavemente de la correa. Su mente estaba en otro mundo, se estaba rompiendo el cerebro buscando una solución para su actual gran problema.

Había descartado por completo la opción de regalar a Rufus, eso nunca, pero entonces que podía hacer. No había encontrado ningún lugar por los alrededores parecidos a donde tenía a su mascota. Había encontrado una bastante lejos de la casa pero solo para mascotas pequeñas y tranquilas y su Golden retrierver no era ni pequeño ni tranquilo.

Tampoco sabía si era buena idea dejarlo solo en la casa, ella trabajaba muchas horas y a veces sus horarios eras inestables. Podría pasarle cualquier cosa mientras ella no estaba. Se restregó la cara, las preocupaciones venían una detrás de la otra y las respuestas brillaban por su ausencia.

-Rufus, volvamos- suspiró levantándose, pero el mencionado tenía otros planes.

De igual forma se levantó pero en vez de hacerle caso a su dueña salió corriendo en la dirección contraria y con el tirón Scarlet terminó acostada en el piso de una forma un poco ridícula. Una vena palpitó en su sien.

-RUFUSSSSSS- gritó perdiendo toda la compostura, levantándose y cayéndole detrás. Después de todo no sería la primera vez que lo hiciera.

Corrió detrás de él no fuera a ser que se perdiera. Tampoco es que fuera la primera vez que se perdiera. Era un perro con buena masa muscular y lleno de energía acumulado.

-Rufus, maldito, deja que te atrape- gritó otra vez pero se detuvo en seco al ver a donde había ido a parar su perro- Tú- pestañeó al ver al chico en el suelo revolcándose con su mascota.

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