¿Salió... ayer? ¿Por qué no lo sabía?
—¿Qué relación tiene usted con ella? —preguntó la enfermera al ver su reacción.
—Yo... soy su esposo —respondió Lorenzo en un murmullo.
La enfermera frunció el ceño, examinando al hombre con desconfianza.
—Si son esposos, ¿cómo es que no sabía que le habían dado el alta? —cuestionó.
Lorenzo no respondió, su mirada perdida y su mente en blanco.
Tras unos segundos, volvió en sí bruscamente y corrió hacia las escaleras.
Si Marisela había salido del hospital ayer por la mañana, ¿por qué no había vuelto a casa?
¿Adónde se había llevado las almohadas y las sábanas? ¿Conocía a alguien más en la ciudad? ¿Acaso había alquilado un apartamento?
Pero no había trabajado en dos años, ¿de dónde sacaría el dinero para un alquiler? ¿Del abuelo?
No, también cabía la posibilidad de que...
¡Se hubiera ido a vivir con ese tal "senior"!
Al pensarlo, la ansiedad de Lorenzo se convirtió en locura. Los celos y la ira crecieron a la par, pisando el acelerador sin medida, ca