Memorias pasadas

En el momento en que ambas chicas estaban hablando en la sala, el oficial Jesús estaba en el mismo lugar, junto a un compañero de trabajo que también le tocaba vigilar el mismo lugar y  los demás reclusos que tenían visitas en ese momento también. Aunque también admitía que vigilaba las reacciones de Andrea con su amiga, queriendo saber si le contaría de la carta que le había dejado en la celda, junto a la rosa. Puede que se estuviera precipitando pero era algo que comenzaba a sentir, sabiendo que era extraño.

-¿Te pasa algo? Tienes la mirada fija en la reclusa femenina que llegó apenas ayer. No creo que se escape.-

Es el comentario de uno de los compañeros de Jesús, el cual estaba a cargo de vigilar a los hombres pero había notado que actuaba extraño al ver fijamente a la chica demasiado tiempo.

-¿Has sentido que reconoces a alguien y te sientes conectado con esa persona? ¿Aún cuando la otra parezca no sentirlo o verlo?- Suspira algo pensativo. -Bueno, eso me pasa.-

-No, no lo he sentido.- A veces no entendía a su compañero pero se notaba que estaba en un conflicto interno.

-¿Ella tiene algo especial que llama tu atención? Parece una chica normal.-

-Puede que la veas como una chica normal. Sin embargo, creo que si me pongo a explicarte, empezaría hoy y terminaría en 3 días. Para resumirte… Sí. Tiene muchas cosas especiales y lo vi desde la primera vez que le llevé la comida.-

Ahora sabía que realmente le pasaba algo serio con la chica y aunque no era su asunto, si sentía bastante curiosidad por lo que decía Jesús.

-Dime más sobre eso. Ahora mismo todos están tranquilos y tenemos algo de tiempo.-

-Tú tienes una esposa y me imagino que recuerdas el primer momento en que la conociste. Una mujer tranquila, una mujer atenta y sobre todo, buena persona en la cual te fijaste. Aparte de ser atractiva claro.- Ve que las chicas hablan más de cerca pero las deja ser.

-Ahora bien, seguramente hay algo que pensaste en ese momento y era completamente inexplicable. Es ese por qué te gusta la persona y poco a poco, lo vas descubriendo. Lejos de lo físico, ella tiene algo en su persona, lo cual me hace verla muy atractiva, incluso con ese traje naranja que se ven obligados a usar todos los reclusos. ¿Me explico?-

El oficial González va escuchando lo que dice Jesús sobre su esposa y asiente. Luz Marina era su amada esposa y esa primera vez, había sido increíble. Llevaban casados 30 años y siguen siendo los más hermosos de su vida.

-De acuerdo, creo que entiendo lo que estás diciendo pero… No veo que ella esté interesada. Aunque seguramente se debe a que está aquí. ¿Qué clase de crimen cometió?-

-Hay una investigación sobre ella y otro hombre llamado Max, sobre falsificación de documentos, fraude legal e intento de daño físico hacia el señor Bruce Parker, el mismo presidente de esa empresa LTI Inmobiliaria. ¿Sabes de qué empresa te hablo?-

-¿Esa empresa? En esa inmobiliaria, Luz Marina y yo compramos nuestra casa. Son excelentes.- Está de acuerdo en ese sentido.

-Sí, excelentemente ladrones.-

-¿Por qué lo dices? ¿Hablas de los rumores que hay sobre fraude con varias casas que compran por precios menores para revender después a precios altos?- González se frota la barbilla al recordar esa noticia que habían pasado hace tiempo en los periódicos.

-Exactamente, mi viejo amigo. Sin embargo, todavía hay que esperar a que el juicio se lleve a cabo y posteriormente, se den los veredictos necesarios contra los acusados.-

-En eso sí tienes razón y creo que la chica la está pasando mal, está llorando desde que está con esa otra chica.- La señala mientras va con 2 reclusos, a los que se le habían acabado el tiempo para sus visitas.

-Déjala que llore, le quedan 5 minutos. Ya después yo buscaré de conversar con ella. Me la llevaré a la celda, dejaré que se calme y en la cena le hablaré.- Le dice antes de que se vaya.

En el momento en que Andrea se sienta al lado de su amiga, le va explicando lo que había sucedido en voz calmada pero también baja ya que no sabía quién podría estar escuchando su conversación.

-Eso es todo lo que pasó. No hice nada malo y aún así estoy en muchos problemas. Lo peor… Es que ella no sabe que estoy aquí y prefiero que no lo sepa.-

-No diré nada, no te preocupes por eso pero ¿cómo harás mañana? Estarás aquí algún tiempo.- No quería que se quedara aquí pero sabía que no se podía hacer nada.

-Lo sé pero quería que me ayudaras con eso. Sé que te pido demasiado pero… ¿Podrías inventarle algo? Dile que me llevaste a un viaje. Ella no te buscará, no tiene tu número.- Hacía mal pero no quería que supiera que estaba en problemas legales.

-Me siento bien de que no tenga mi número y deberías decirle pero sé que eso te pone más nerviosa. Le diré que nos fuimos de viaje a acampar con mis padres y mi esposo. No pasará nada con eso ya que estarás conmigo. Supuestamente.-

Era mala idea pero si eso servía para que Andrea estuviera tranquila, entonces lo haría. Su amiga era demasiado nerviosa en ese sentido con respecto a su madre y esperaba que un día saliera de ese miedo.

-Te lo agradezco, Yulieth. Sé que no está bien pero en serio quiero tu ayuda y si es posible, que busques un abogado por mí.-

Se escucha un silbato y sabe que la hora de las visitas ha terminado. La idea de volver solo la ponía ansiosa y se queda abrazada a Yulieth, sin dejar de llorar ya que no quería volver pero no tenía otra opción. No sabía cuánto tiempo tendría que estar ahí realmente.

Yulieth es escoltada por los otros policías a la salida, junto a las demás personas que eran familiares o amigos de los otros reclusos de la estación; al mismo tiempo que Andrea era escoltada de vuelta a su celda con el oficial Jesús. No tendría visitas hasta dentro de 3 días, a menos que fuera su abogado.

-No me gusta volver aquí pero al menos tendré un abogado y saldré de aquí. Necesito llevar el dinero a casa para los medicamentos de mi hermano.-

Va pensando Andrea mientras camina hacia su celda pero también deseando poder regresar en el tiempo y no haber aceptado ese trabajo. Se acuesta en la cama de su celda y mira hacía la pared, dándole la espalda a la puerta.

Mientras Jesús veía que Andrea no estaba bien realmente bien, fue recordando su pasado ya que la actitud algo indiferente de ella, le recordaba un poco a su anterior matrimonio fallido

********** FLASHBACK **********

Jesús se había casado a los 27 años con una chica llamada Alegría Pino de 30 años, cabello en forma de rulos, ojos negros, contextura llena y que a pesar de estar casada con Jesús, había elegido vivir con su padre todavía. Para ese entonces y como fruto de ese matrimonio, había nacido una bella niña a la que habían llamado Angélica Rincón Pino. Que actualmente tenía 9 años, cabellos negros, preciosos ojos marrones, casi miel y bastante alta para su edad.

Estaba en cuarto grado, en el colegio “Nuestra Señora del Camino”, un lugar bastante amplio con 5 edificios, piscina olímpica, canchas deportivas y un parque infantil para los estudiantes más pequeños, los del preescolar y maternal.

-Alegría, tenemos que llevar a Angélica al colegio. Se está haciendo tarde.-

Le avisa mientras termina de hacer el desayuno para su hija, la cual tenía 3 años y para su esposa. Su hija comería pero seguramente Alegría buscaría una excusa para no comer. No sabía por qué pero últimamente le había estado rechazando la comida.

-No me apresures, no es fácil cambiarla de ropa y que se quede quieta.-

Se queja mientras lleva a la niña al comedor y la deja sentada, buscando un vaso de agua de la nevera. No comería nada de lo que su esposo ya que no le apetecía comer nada de eso.

-¿No hay pollo frito de la cena de ayer? Debió haber quedado algo.-

Todo se había acabado en la cena y también en la madrugada cuando se había levantado a picar un bocado de un pastel que habían comprado también.

-Te lo acabaste ayer en la cena ¿recuerdas? Quienes menos comimos fuimos Angélica y yo.- Le sirve el jugo a su hija para que empezara a comer el desayuno.

-Siempre te quejas de mi o de mi forma de comer. Saldré a buscar algo de comer.-

Le deja el desayuno que le había hecho entero, toma sus llaves y sale de la casa para poder buscar pollo frito o cualquier otra comida chatarra.

-No te preocupes, yo llevo a la niña a la escuela.- Le avisa de forma seca mientras se sienta al lado de Angélica para desayunar a su lado.

Le da la comida a su hija pero dejando que ella misma coma, sin descuidarla. Al terminar ambos, Jesús deja los platos en el lavaplatos, indicando a Angélica que se colocara su suéter mientras los lavaba.

Luego le coloca su bolso y van hacia la camioneta, la sube en la parte trasera, colocando a su hija  el cinturón de seguridad ya que siempre pensaba en cuidarla. Luego se sube él mismo, se coloca el suyo y va en dirección al colegio, activando la radio para escuchar las noticias, vigilando a su niña por el espejo retrovisor.

La deja con su maestra, después de despedirse con un abrazo y un beso y va hacia la estación de policía, la cual quedaba a 5 cuadras y así era fácil poder llegar hasta ella rápidamente, en caso de cualquier emergencia.

-Y bueno, otro día aburrido en la oficina. Esperemos que los reclusos no actúen como siempre de ilógicos y locos.-

Se encuentra con las celdas completamente vacías al momento de llegar y al ver la hora, resulta que era el tiempo de los reclusos de todos los miércoles y viernes en la Estación Halcón 80. Entra en la oficina que supervisaba, antes de pasar a la división femenina tiempo después, pues era jefe de los jóvenes nuevos en entrenamiento o como les decían, novatos.

-Señor Jackson, vaya por los expedientes nuevos. Señor Gutiérrez, por el orden de las celdas. Señor Olivari, por el orden de los escritorios, todo para antes de las 12 horas que entran los reclusos nuevamente a la estación, ¡pero ya!-

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