—Señorita DeRos, está aquí.

Aisha se sobresaltó al escuchar la voz suave de la hembra.

Al alzar la mirada se dio cuenta de que ya la había visto antes, era una de las doncellas de la casa de la manada pero ahora la veía de manera sospechosa pues antes de entrar de lleno a la habitación miró a fuera para asegurarse de que no hubiera nadie que pudiera escuchar su conversación.

Aisha enseguida se tensó levantándose con la mano sobre su vientre hinchado.

Sus dientes se apretaron y sus ojos miraron a la hembra midiendo mentalmente su fuerza.

Ella había sido entrenada así que podría defenderse muy bien, incluso estando tan avanzada en su embarazo.

La hembra frente a ella parecía menuda, casi suave.

No había amenaza en su mirada pero Aisha no quería confiarse de nadie.

—No se asuste, yo estoy de su lado. Lo prometo. Sé que ha estado buscando información y que no confía en nadie.

La hembra se acercó hasta que estuvo en una distancia reducida.

—Hace bien en no confiar, salvo por su tía, Bella