-¡Quítale las manos de encima! – grito Abigail, que estaba dispuesta a alejar a ese hombre su hermana, sin embargo Roy la detuvo antes de que ella pudiera dar un paso más.
-Déjamelo a mi – sentencio.
El mastodonte fue con toda calma hasta la cama, en donde el hombre ya se estaba incorporando, y entonces sin decirle nada, sin derramar ni una sola gota de sudor, le pego un puñetazo que encajo en toda su mandíbula.
-¡Pero ¿De qué demonios se trata todo esto? ¡Yo pague por esa ramera! – sentencio, señalando a Heather.
Abigail sintió que la rabia le recorría cada fibra de su cuerpo, y a pesar de la orden que Roy le había dado, y a pesar de que sabía que involucrarse no era la mejor de las ideas, ella se acercó al hombre y le dio una sonora bofetada.
-¡Ella no es una ramera! – grito.
Heather veia desde la cama