—¿De qué profesor fue el niño que casi atropella la moto en la entrada del centro? —pregunté a Sarita en la recepción.
—Ah… a Rousse —me respondió con rapidez y algo de temor.
Rápidamente me acerqué a la puerta del salón y la abrí, allí estaba ella, sentada al lado de una niña que leía en voz alta algunas palabras. Me acerqué con rapidez hasta la mesa y puse mis dos manos sobre el respaldo de la misma, dejando caer el peso de mi cuerpo sobre mis manos.
Rousse, cuando sintió mi presencia y alzó la mirada, dio un pequeño brinco de miedo y sorpresa.
—Pro-profesor… —soltó, después intentó calmarse.
—¿Cómo es posible que seas tan descuidada? —Pregunté con tono serio—, estás aquí, tan tranquila, cuando uno de tus estudiantes estuvo a punto de ser atropellado por una moto.
—¡¿Qué?! —soltó consternada.
La niña que estaba presente comenzó a llorar. Lily la abrazó para que no siguiera asustándose.
—¡Por Dios! —Se levantó de la silla, pero tomó a la pequeña de una mano—, ¡¿dónde está?!
—¡No debe