John
¡Ella debe desearme, debe querer estar conmigo!
Pero, ¿cómo hacer que me desee?
Llego frente a su puerta y me detengo un momento para tomar el control de mi ser. ¿Quién hubiera pensado que esta mujer tendría tanta influencia sobre mí? Me siento como un adolescente. Mi corazón late con fuerza.
Agarro el pomo de la puerta, destrabo la puerta y entro.
Ella está acostada en la cama, en un mono negro lista para la batalla.
Mis hombres le han hecho su encargo.
Está hermosa así, extendida. Con su cabello alrededor de su rostro. Aún no se ha dado cuenta de mi presencia. Está en las nubes, aún no duerme. Finalmente, nota mi presencia. Se levanta de un salto y avanza hacia mí a pasos sigilosos. Me examina el rostro. Como si intentara recordar mi cara. Nos quedamos ahí durante cinco buenos minutos mirándonos.
Finalmente, ella habla:
- Tu cara me empieza a regresar. Estabas con Auracio el día que me secuestró.
- ¡Es correcto!
- ¿Él te informó de mi desaparición? ¿Viniste a buscarme