La Verdadera Novia del CEO
La Verdadera Novia del CEO
Por: Sofía de Orellana
Prefacio

Zoe abre los ojos con dificultad, siente que la cabeza le va a estallar, la boca seca y un extraño dolor en su zona íntima, lleva sus manos a sus piernas, porque es como si hubiese hecho ejercicio. De pronto, su cerebro le envía un recuerdo fugaz y se incorpora con brusquedad.

Mira a todos lados algo desorientada y solo sabe que no tiene idea en dónde está, a su lado, hay un hombre desnudo que no conoce y se lleva las manos a la boca muy asustada.

—¿Qué… qué pasó?

Flashazos de la noche anterior comienzan a llegarle poco a poco...

«Aquella figura que no reconoce la deja en una habitación del hotel, sin saber muy bien por qué. Allí, otra figura la espera y ataca su boca sin pensarlo dos veces en cuanto la siente cerca.

No puede resistirse a esa persona, porque la supera en tamaño y fuerza, sin embargo, en pocos segundos, siente un fuego que la quema y necesita ser extinguido, por lo que sus manos hacen lo mismo que el hombre desconocido, arrancarle la ropa.

Esas manos poderosas recorren su cuerpo, enviando miles de sensaciones, ninguno puede articular palabra, de sus bocas solo salen gemidos llenos de deseo y satisfacción.

El hombre, que es mucho más alto que ella, la toma por la cintura con cierta violencia y desesperación, la lleva a la cama, la recuesta allí y se mete entre sus piernas, pasando su erección por su intimidad, obligándola a arquear el cuerpo para buscar más.

Los jadeos envuelven la habitación, ella sabe que está mal, pero no puede detenerse ni aunque quisiera, porque su cuerpo necesita esa liberación con urgencia.

El hombre posiciona su miembro en la entrada y de una vez entra en ella, provocando un grito de dolor en la chica y un gruñido de incomodidad en él.

—Estás muy apretada, amor… —pero esas palabras salen como su fueran para alguien más.

Se detiene unos segundos y luego, con ritmo lento, comienza a moverse dentro de ella. Poco a poco, el dolor va siendo desplazado por el placer en Zoe, aquellas sensaciones la abruman, la enloquecen y la llevan al cielo.

El hombre aumenta el ritmo, se vuelve más rápido y despiadado, el aroma de aquella mujer lo tiene por completo extasiado y nada de lo que haga puede detenerlo. Es como si ella estuviera hecha para él con absoluta perfección.

Su boca busca los labios de Zoe, su lengua se abre paso y la explora con desesperación, como si se le fuese a escapar en un segundo. Se bebe los gemidos de la chica, mientras los dos van alcanzando aquel delicioso clímax.

Unas embestidas más y juntos llegan a un orgasmo que los deja cansados, fue como correr una maratón, pero ese fuego no se ha extinguido en ninguno de los dos.

Minutos después, nuevamente se entregan a la pasión…»

—No puede ser… —dice pasando una mano por su rostro—, no fue un sueño.

En cuanto pone un pie fuera de la cama para vestirse y huir, la puerta de la habitación se abre y la deja expuesta frente a un grupo de periodistas que fotografían y graban a la pareja en la cama.

El hombre se despierta por el escándalo, mira la habitación algo confundido y, al ver a los periodistas, explota en una rabia descontrolada.

—¡¡Fuera de aquí!! —exclama con aquella voz grave y autoritaria, que estremece incluso a Zoe.

Como ninguno hace ademán de irse, se levanta sin importarle su desnudez y cierra la puerta, se pasa las manos por el cabello y gira la vista, para encontrarse a aquella chica que no es su novia…

—¡¿Quién eres tú?! —le ladra, pero ella no es como los demás.

—¡A mí no me grites como endemoniado! —le responde Zoe, sin dejar de vestirse con rapidez.

—¡Te hice una pregunta! —insiste, haciendo que ella solo se moleste más.

—Que no pienso responder, porque no tengo tiempo…

Pero el hombre no tiene paciencia ni tampoco está acostumbrado a que lo contradigan e ignoren, la toma por el brazo con violencia y la obliga a mirarlo, sin pensar en el daño que le causa.

Se arrepiente enseguida, porque siente una corriente especial recorrerlo, lo que lo lleva a fruncir el ceño algo confundido, más de lo que ya está.

Sin embargo, antes de que la enfrente, la puerta se vuelve a abrir. El hombre se gira por completo ofuscado, sin soltar a Zoe, pensando que son los periodistas, pero no son ellos, es alguien mucho peor…

—¡¿Qué significa todo ese escándalo…?! —un hombre mayor, pero idéntico al joven, se queda paralizado viendo aquella escena—. ¡Esto es lo que tanto festejan esos buitres!

—Padre… —dice el joven, suelta a Zoe y camina hasta él, dejando a la chica con la visión de su espalda perfectamente trabajada y todo el resto de su cuerpo… muy desnudo.

Mientras ella se obliga a mirar a otro lado, los hombres se enfrentan.

—¡¿Tienes idea del daño que le has causado a nuestra familia?! ¡Seremos la comidilla de los medios!

—¡Pues no creas que estoy muy contento! —vuelve a mirar a Zoe, que se está ajustando el vestido y frunce el ceño al recordar quién es.

«La chica que vi llegar anoche, pero ¿cómo?»

—No me des vuelta la mirada, esto nos hará muchísimo daño, la imagen de la familia y la empresa están en serio riesgo por culpa de tu aventura.

—Ya veré cómo arreglarlo… —sisea molesto el joven, pero su padre le responde con más molestia todavía.

—Oh, por supuesto que lo arreglarás… casándote con esa chica.

Zoe se gira con los ojos a punto de salirse de sus cuencas, mientras que el joven niega con vehemencia.

—¡¿Qué?! ¿Yo casarme con esta… mujer? ¡Sabes que no puedo, tengo un compromiso!

—¡Pues lo rompes y te casas con ella! No dejaré que piensen te acuestas con cualquier mujer que te encuentras por allí, eso arruinaría la reputación no solo de nuestra familia, sino también de la empresa.

—¡No lo haré!

—No es una petición, es una orden…

—Oigan, paren allí los dos —dice ella enfrentándose a los hombres ya vestida—. Ni yo quiero casarme con él ni tampoco soy cualquier mujer.

—Con todo respeto, señorita —dice el hombre mayor con tono despectivo—, usted debería agradecerme el querer salvar su propia reputación, ¿o acaso no tiene una que cuidar?

—Créame, no necesito que salve mi reputación, puedo hacerlo sola, así que olvídese de que me casaré con su hijito.

Ella hace el intento de irse, pero el hombre mayor cierra la puerta y mira a su hijo.

—Tú, vístete de una vez, y usted… —mira a Zoe de pies a cabeza y se da cuenta que no es cualquier mujer, las joyas, aunque sencillas, son de un alto valor y ese vestido no es para una chica común—. Dígame su nombre de una vez, para hablar con su familia acerca de la boda.

—¡Claro que no le diré nada! Solo déjeme ir y no sabrán nunca más de mí…

El joven le quita la pequeña cartera, busca alguna identificación y se encuentra con el carnet de la biblioteca, lee el nombre y frunce el ceño.

—¿Zoe Amato? Acaso… ¿acaso eres familia de Anabet Amato?

—Somos primas… —dice ella con las manos y dientes apretados.

—No puede ser… —el joven se lleva una mano a la cabeza sorprendido—, esto la va a destrozar…

Tira las cosas de Zoe en la cama y camina hacia la ventana por completo afectado. Su padre se pasa la mano por el rostro sin poder creer lo que allí pasa. El joven vuelve a arremeter contra ella.

—¡Tú planeaste todo esto, me diste algo…! Tú… ¡Tú simplemente llegaste aquí y no dijiste nada! ¡Te odio!

—¡Pues yo más! —le grita en la cara—. No tengo idea cómo llegué aquí, creo que alguien me trajo, no lo sé… solo puedo recordar que en cuanto puse un pie aquí, tú me besaste y no te demoraste nada en llevarme a la cama.

—¡Tampoco es que pusieras mucha resistencia!

—¡Ya basta los dos! —interviene el hombre exasperado y se dirige a Zoe—. Jovencita, váyase a su casa, me pondré en contacto con su familia para terminar este asunto. Déjeme a solas con mi hijo, tenemos cosas que arreglar.

—Claro que me iré, pero ni sueñe que me casaré con su hijo. Adiós.

 Zoe sale de allí tomando sus cosas y dejando a los hombres a que terminen de matarse entre ellos.

Querían casarla con un hombre que claramente la odiaba, con alguien que no era a quien ella esperaba. Pensar en que tendría que unir su vida con alguien más que no fuera él, la hacia sentirse triste.

Sin embargo, algo allí no estaba bien, todo era muy confuso, aunque no quería pensar más en lo sucedido. Solo quería irse y llegar a casa antes que su abuelo se enterara, para ser ella misma quién le cuente lo sucedido y no que se entere por los medios.

Esos ojos azules, su cabello castaño claro, sus labios le resultaban familiares, aunque eso ahora no importaba, ni siquiera sabía el nombre del tipo.

Luego de que ella cruce la puerta, padre e hijo se enfrentan con la mirada, pero sin más que decir, el joven termina de vestirse y camina al exterior.

Había perdido a Anabet por culpa de una mujer fácil, seguro iba tras su fortuna, no le veía otra razón a que se le metiera a la cama de esa manera. Seguramente se dio cuenta de la manera en que la miró o… ya no sabía qué pensar.

Justo cuando la había encontrado, a la mujer de sus sueños, aquella que no sabía quién era y que era parte de su pasado, venía esa desconocida y le complicaba todo.

«Pero me las vas a pagar, me encargaré de hacerte la vida de cuadritos», piensa con rabia.

—Vámonos a casa —es todo lo que le dice a su padre antes de cruzar la puerta de aquella habitación.

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