TRISTEZA Y DUELO

A raíz de que pasaron cuatro días encerrada sin querer ver a nadie, Aarón tomó cartas en el asunto, la levantó en brazos de la cama, ella gritaba que la soltara.

—¡No me levantes de esta manera! ¿Qué haces?

—Me dispongo a bañar a mi mujer, no obstante, no es factible continuar de esta manera, ya que nuestra hija está en proceso de nacer.

—He perdido la capacidad de voluntad, no deseo realizar ningún tipo de acción.

—Entonces nosotros no somos nada para ti, tu hijo y tu hija que de un momento a otro nacerá, Sara no valgo nada en tu vida, estoy a punto de volverme loco, no me hagas esto, tu nana está en un lugar mejor, crees que a ella le gustará verte así.

—Ni siquiera sabía que estaba enferma, consideras que eso es fácil para mí. —se metió a la ducha tibia con todo y ropa, las lágrimas de ambos se mezclaban con el agua, ella levantó su mirada y al ver que él también lloraba, su corazón se le estrujaba—Amor, porque lloras.

—No soporto más, verte así, me siento un inútil, ¡Por favor
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