- Tch… - se quejó mujer pelinegra, quien se levantó de golpe para estirarse y masajear su cuello – mi amor, esa ingrata no me ha contestado mis mensajes – indicó acercándose a su esposo, quien estaba sentado en su sillón en esos momentos.
- Dudo que los haya visto – indicó divertido un hombre rubio