Había un pitido intenso resonando en el fondo de mi cabeza, entre la neblina y el cansancio lo único que podía distinguir era ese detestable sonido.
-Vamos, levántate; ya es tarde. -La voz de una mujer se escuchaba lejos, incluso difusa.
-No puedo.- murmuré.
-Si puedes, vamos. -
Sentí el fuerte golpe en el costado y abrí los ojos.
-Maldito cerdo, solo porque Marcus te necesita. -Sentí otro golpe en el costado y un tercero. Apretaba los dientes para evitar gritar o llorar, solo la furia me mantenía de pie funcionando.
Escuchaba los jadeos contenidos de y algunos sollozos cubiertos, sabía que luchaban por no derru