CAPÍTULO 112

POV Agatha:

El cursor parpadeante en el monitor parecía burlarse de mí.

Las proyecciones financieras nadaban ante mis ojos, un revoltijo sin sentido de números que se negaban a alinearse, que se negaban a tener lógica.

Me palpitaba la cabeza, un dolor sordo detrás de los ojos que se había convertido en un compañero constante estas últimas semanas.

Y la pequeña y persistente náusea que acechaba justo bajo la superficie, un recordatorio secreto de la imposible realidad que llevaba dentro.

El peso de todo ello parecía aplastante. La reunión de la junta de la semana que viene se cernía como la cita con el verdugo. No confiaban en mí, lo sabía.

Veían a la hija de Aldo De Rossi, inexperta, una sustituta temporal hasta que pudieran instalar a alguien... más adecuado. Alguien a quien pudieran controlar.

El interfono sonó, sobresaltándome. La voz de Sarah, normalmente nítida y eficiente, sonaba vacilante.

—¿Srta. De Rossi? Siento interrumpir, pero... Manuel está aquí. Dice que es urgente y sol
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