—Julián, el amor es como un espejo. Una vez roto, no hay vuelta atrás. No importa cómo lo intentes reparar o cuántas compensaciones desees dar, las huellas del daño nunca desaparecerán. —Lo miré y le dije con una voz cargada de indiferencia y decisión.
—Vete, por favor. José María y yo nos vamos a casar. No nos molestes más.
—¿Se van a casar? —Julián sintió como si se cayera en un abismo profundo, quedando totalmente congelado por dentro.
—¿Se van a casar? —Dio un paso hacia adelante y me agarró la muñeca con tanta fuerza que parecía querer rompérmela.
Soporté el dolor con los dientes apretados.
—Sí, nos vamos a casar. Deja de molestarnos.
—¡No! ¡No lo permitiré! Noa, lo que pasó antes fue mi culpa. Dame una oportunidad. No volveré a dañarte nunca más. Volveré a ser el Julián que te amaba con todo su corazón y te era fiel para siempre. —Se aferró a mí y trató de arrastrarme hacia su pecho. Entonces, José María se acercó corriendo y agarró su muñeca tirando de ella con fuerza.
José Marí