Los guardaespaldas de Isabelle se acercaron a los niños. Cada uno de ellos cogió a un niño y lo levantó en el aire.
Harold luchó. "¡Bruja, suéltanos! ¡Suéltame! Cuando nuestro Papi salga, ¡nos vengará!".
Harold siempre hablaba en cairnstaniano cuando estaba estresado y enfadado. Isabelle no entendía sus palabras. Pero supuso que el niño la estaba insultando y gritando.
Dijo con frialdad: "Son demasiado ruidosos. Que se callen".
Los guardaespaldas hicieron caso. Uno de ellos abofeteó a Harold. Su mejilla derecha se puso roja.
Harold abrió los ojos de par en par. No lo podía creer.
"Supongo que ya aprendiste tu lección. Pórtate bien, ¿entiendes?". Isabelle se acercó a Harold y le levantó la barbilla. "Tienes buen aspecto y energía. Puedo enviarte con mi padre y que seas su peón-".
Harold le mordió el dorso de la mano antes de que pudiera completar sus palabras.
"¡B*stardo, deja de morderme!".
Los guardaespaldas se sobresaltaron. Rápidamente pellizcaron la mandíbula de Harold y