El vestido rosa era muy bonito.
La empleada sonrió y dijo: "La Señora Winters también preparó trajes rosas para los jóvenes amos. Déjenme ayudarles a probárselos".
Harold se olvidó de robarse el protagonismo de su padre cuando vio la oportunidad de llevar la ropa del mismo color que su hermana.
Él siguió alegremente a la empleada hasta el probador.
George y Alden se miraron y fueron tras ellos.
Melody usaba su vestido rosa, dando vueltas frente al espejo.
De repente, se agarró el estómago y frunció el ceño. "Tengo hambre".
"Señorita, espere aquí. Le traeré unas galletas".
La empleada adoraba tanto a Melody. Se apresuró a ir a la despensa para traerle algo de comer.
Melody se sentó en el sofá y esperó tranquilamente.
En ese momento, un hombre salió de entre las hileras de ropa.
"Hola, pequeña. ¿Tienes hambre? Tengo una piruleta".
Melody se volvió y miró a aquel hombre con el ceño fruncido. Era un anciano, parado al otro extremo del sofá, que sostenía una docena de pirulet