Me alegraba mucho, porque vendría alguien para cuidarme todos los días en el futuro, y ni siquiera tenía que pensar en qué comer, ¿cómo no iba a ser feliz?
Pero Dios mío, era como si estuviera algo yendo deliberadamente en contra de mí, me iba a pasar lo que más odiaba.
A la mañana siguiente, me levanté temprano y bajé las escaleras por primera vez para ir al ejercicio matutino, pero tuve la mala suerte de encontrarme con Sergio y Flora.
Caminé bien en el patio de recreo, y los dos se me acercaron que yo no podía esquivarles.
Quería fingir que no los recconocía y pasaría por un lado, pero Flora en realidad corrió sonriendo y quiso abrazarme del brazo.
Yo no soportaba esto, con sus afectos falsos me sentía muy incómoda y asustada, se apresuró a esquivarla, retrocedí unos pasos y miré atentamente cada uno de sus movimientos:
—Si tienes algo que decir, dime directamente. No estamos familiarizadas, por eso no me toques.
Flora era una caradura verdadera, no le importaba mi frialdad en