Después de volver a vendar las heridas, llevaron a Hernán a la habitación del hospital. El médico dijo que tenía una fiebre intensa y necesitaba quedarse en observación durante varios días.
Hasta ahora todavía no se despertaba.
—Luna, ¿tu corazón está hecho de piedra? Ha estado ardiendo en fiebre en casa, pero se niega a ver a un médico. Estuvo dispuesto a renunciar a su vida solo para verte.
Mientras Lola decía, las lágrimas caían sin cesar, y sus ojos y nariz ya estaban enrojecidos por el llanto.
Mirando a Hernán inconsciente yaciendo allí, sentí un apretón doloroso en mi pecho. Me dolía el hecho de haber defraudado su amor sincero hacia mí.
Tenía la suerte de tener a él a mi lado. Sin embargo, la brecha entre nosotros no permitiría que nos estuviéramos juntos.
—Lola, me voy. No le digas que estuve aquí.
Tomé el teléfono, miré una vez más a Hernán y salí de allí.
Lola me persiguió enfadada para acusarme de ser cruel.
No dije nada, solo aceleré mi paso para irme, como si estuviera esc