Capitulo 4

Dhara POV'S

- No, me gustan más los vestidos con escotes provocativos, enseñando curvas y piernas - me dijo enseñándome unas revistas que ella veía al igual que yo.

- Estas muy ida, ¿Qué te pasa? - me volvió a decir Daniela. Me había venido a visitar para que no pasara el día sola ya que Alexander estaba en una entrega súper importante con James y llegaría tarde.

- Tengo la cabeza dándome muchas vueltas. Mi padre y mis abuelos me andan buscando y estoy confundida, aparte que Alexander está en una entrega peligrosa ¿Como voy a estar? - le dije exaltada.

- Ya veo- me dijo suspirando y haciendo a un lado su revista – Si el destino te ha puesto a Alexander en tu camino, es para bien, Él es un hombre fantástico, conócelo.  Bueno y lo de tus abuelos y tu papá ya veremos cómo solucionamos eso, pero ahora que me doy cuenta ¡TE PREOCUPASTE POR ALEXANDER!  - Chillo como loca a punto de dejarme sorda.

No pude evitar rodar los ojos y sonreír a medias.

- Me preocupé por él porque no te voy a negar que sé a portado de maravilla conmigo. Voy a tener dos semanas acá y medité lo que me dijiste, ya estoy secuestrada, no perderé nada. Así que voy a vivir la vida, me estoy arriesgando a conocerlo, a vivirlo, al final ya no me importa nada. Luego veré como convenzo a Alexander de que pueda llamar a mi padre y a mis abuelos para avisarles que estoy bien - dije bufando y meditando que lo que dije era cierto y lo sentía.

- Así se habla ¡Joder! ¡Esa es mi amiga! – gritó emocionada.

 Verdaderamente había pasado momentos muy divertidos con ella en estas dos semanas. Me recordaba tanto a Scarlett, cuando pensaba en ella ahí volvía el deseo de llorar. Juro que la voy a encontrar. LO JURO.

Pasamos el día en puras cosas de chicas que hace mucho no hacía. Nuestra noche transcurrió cenando una deliciosa pasta roja y un buen cubo de helado.

- Creo que tú y Jame hacen linda pareja. Me gusta su combinación- Daniela era peli negra, tez blanca, ojos grises y alta. Jame era más alto que ella, ojos azules, pelo negro y fortachón.

- Gracias, pero tú y Alexander hacen excelente pareja. Me gusta como se ven, estoy segura de que nadie va a cuidar de ti como él. Solo confía - me dijo lamiendo la cuchara del helado para volver a introducirla en el cubo y comerla.

- Solo espero no terminar con el corazón roto, estoy navegando en balas – dije suspirando profundo.

- ¿Enserio crees que Alexander te podría matar? Tu hombre solo es injusto con quien lo merece - dijo un poco molesta

- No lo sé, ¿acaso porque da esa imagen, temida, fría y oscura? - dije parando de comer y pensando en él

- Su pasado lo hace ser así, y lo apoyo. - dijo comiendo más helado

- ¿Sabes algo que yo no? - pregunté

- Soy amiga de ambos, no te puedo decir sus secretos, ya luego te los contará el mismo. Solo dale tiempo- me dijo tratando de no ser grosera.

- Yo pienso que ya te tiene confianza. No todos los mafiosos dejan que cualquier mujer entre a su casa. Obvio que tiene su lado malo como todo mundo, pero hay algo que él quiere salvar, y solo el té lo dirá - me dijo muy segura de sí.

Escuchamos como las llantas de un vehículo rechinaron de repente, inmediatamente Daniela y yo nos levantamos de la cama y nos asomamos a la ventana de la habitación, vimos como bajaban a Alexander con ayuda, ¡estaba golpeado!

Bajamos las escaleras muy apresuradas.  Lo que vi fue dañino para mis ojos, estaba lleno de sangre, sus ojos se estaban cerrando, tenía los puños muy heridos, eso quiere decir que habría podido matar con ellos, su camisa estaba toda roja, juro que la podía exprimir de lo empapada que estaba. Su mirada era apagada.

- ¡Súbanlo de inmediato a la habitación! - grite al ver su cara. Los hombres que lo sostenían me obedecieron rápidamente, entre ellos James.

Busque un botiquín de primeros auxilios, agua, paños, gazas, unos analgésicos y todo lo que pudiera servirme.

Temblé al entrar a la habitación y ver que su mirada estaba en mí, me acerqué hasta él y lo miré completamente entristecida.

- Tranquilo, ahora me toca a mí salvarte de esta - le dije pasando mis manos por su cabello.

El me salvó de que aquella noche me violaran, ahora me tocaba a mí salvarlo de esas heridas.

Empecé quitando su camisa y su pantalón con ayuda de Daniela, luego está bajó por una pomada para los golpes dejándonos solos en la habitación. Su mirada estaba clavada en mí, miraba cada movimiento mío, cada paso, cada gesto. Era nervioso, pero no tonto. Curaba su pecho con alcohol y algodón en un roce de puñal que le habían hecho, para luego colocar la venda con desinfectante. Pasé los paños húmedos sobre sus nudillos, por su ceja izquierda partida y por los puñetazos que había recibido que se habían vuelto moretones a pesar de que no eran muchos, pero solo para asegurarme desinfecté cada lugar con mucho cuidado ya que gruñía de dolor de vez en cuando. No me gustaría estar en su lugar ahora mismo. Me movía ágilmente ya que no me gustara que sufriera. Para terminar, lo acomodé en la cama, le pasé el calmante y un vaso de agua, mientras tanto yo recogía el botiquín y lo ponía en su lugar.

- Dhara? - me llamó

- Sí? - respondí

- Acércate por favor - me ordenó.

Así lo hice, me coloqué al lado de él. Este tomó mi mano y la acarició lentamente entre la suya.

- Gracias, me has salvado - me dijo con una leve sonrisa

- Ni lo digas, tenía que hacerlo, te la debía – le dije un poquito avergonzada con una tímida sonrisa.

- ¿Así que solo me curaste porque me la debías? - dijo alzando una ceja

- Lo haría cien veces si fuera necesario, fue porque así lo quise - una linda sonrisa apareció en su rostro.

- Duerme que lo necesitas – le dije mirando su rostro que se veía agotado.

- Solo si duermes conmigo – me dijo sonriendo pícaramente, asentí y me acomodé a su lado, me puse un poco alejado de él, pero me acercó haciendo fuerza echando de mi cuerpo hacia el suyo, tanto así que nuestras pieles se rozaban.

- Realmente gracias, eres mi única esperanza y salvación - dijo acariciando mi cabello.

- Salvarte de quién? - le pregunté mirando esos ojos tan negros y profundos que poseía.

- De mí mismo - dijo casi en un susurro

- Tranquilo, estoy segura de que en lo que sea que creas que necitas salvarte, yo te ayudare a superarlo - dije afligida mostrándole interés.

Sentí sus labios posarse sobre mi frente, dejando allí un suave pero dulce beso.

Me quede pensando en aquellas palabras suyas, pero también en las mías. Habían sido profundas y comprometedoras, de todas formas, me convencí a mí misma de que lo que había hecho y dicho estaba bien.

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