Era demasiado para que Maksym procesara. Estaba a solo un paso de perder a su hermana menor por toda su malcriadez. Nunca se había arrepentido tanto en permitirle tantas cosas. En Polonia podía hacer lo que le diera la gana, pero fuera de ella y con las personas del Sacerdocio... eso ya era otra historia. Ellos ya tenían un cierto resentimiento hacia ella por el dolor innecesario que les había causado tanto a Kylian, Jack y a él.
La situación era difícil.
La puerta de la casa del irlandés fue abierta y ahí se encontraba Sasha, hablando con una pelinegra esbelta y muy querida para todos.
—¿Por qué? —preguntó Nikolas, al ver a la mujer.
—Porque me invitó Kylian —respondió con simpleza.
—Debías estar en Grecia, Selene. Tú...
—Estoy de vacaciones porque estás aquí. Soy tu chef personal. Kylian me pagó para venir y hacerle comidas a todos. No veo problema —dijo con su muy marcado acento griego. Los hombres fueron a saludarla con alegría y él se unió porque no le quedó otra opción.
—¿Kassia