Estallidos surrealistas de incredulidad amenazaron con invadir el control de la cordura de Amelia.
Se suponía que los Castillo eran sus aliados más acérrimos. Giana iba a estar comprometida con Enzo... Salvatore ya le había pedido a Alonzo que lo ayudara a acabar con Paolo. Ella había reclutado personalmente a Maritza para que la ayudara con Alda...
Pero...
Si Alonzo, de hecho, había pasado por los hermanos Ruiz para contratar a Shaw, entonces no era amigo de Salvatore en absoluto, y su conjunto inicial de planes probablemente estaba jodido.
El terror mordió los huesos de Amelia como un frío húmedo e invernal. Su frágil ramita de esperanza de hace unos momentos se apagó. Muerto y olvidado.
¿Qué iba a hacer ahora? Se sentía débil, estúpida, como un cachorro delirante que intentaba, y fallaba en acabar con toda una manada de lobos más fuertes y adultos.
Salvatore murmuró en tono pensativo:
—Esta batalla solo se vuelve más fea y m