Alejandro

I. El Contrato de la Fachada

El regreso de Isabella a la vida pública no podía ser un evento menor. Después de meses de secuestro disfrazado de confinamiento, y una negociación de vida o muerte con la viuda de su ex-amante, la Ceniza debía reaparecer como la perfecta esposa del Acero, la madre devota del Legado, y la CFO de la Estrategia que había salvado el imperio.

Yo había elegido el escenario: la Gala Anual de la Fundación Logos, uno de mis vehículos de filantropía más visibles. Era la prueba definitiva de nuestra coexistencia obligada, un ensayo para el mundo exterior.

La preparación fue un ejercicio de ingeniería social y psicológica. La Ceniza no iría vestida; sería diseñada. Mi equipo de vestuario, estilismo y relaciones públicas trabajaron bajo mi dirección, pero con la aprobación final de Isabella, una cláusula que ella había negociado tras el incidente de Skopie.

—El vestido debe ser un arma, Alejandro —dijo ella, mientras revisaba los bocetos. Su voz era funciona