CAPÍTULO 40 – El pasado de Alex.
Luego de la cena, Elizabeth se puso de pie, con elegancia, y miró a Camila.
—¿Me acompañarías a la biblioteca, cariño? —preguntó, esbozando una sonrisa—. Dejemos a los hombres hablar a solas.
Aquel último comentario sorprendió a Camila, quien no estaba acostumbrada a ese tipo de comportamiento. Sin embargo, no dijo nada y simplemente asintió, mientras se ponía de pie.
Acto seguido, ambas mujeres salieron del comedor y atravesaron el pasillo que se encontraba junto a la escalera, de camino hacia la biblioteca.
Al llegar a aquella habitación, Elizabeth se adentró, encendiendo las luces a su paso, permitiendo que Camila observara la estancia con la boca abierta. Si bien en la villa en la que vivía con Alex había una biblioteca enorme, era completamente inferior a aquel recinto en el que se encontraban en ese momento.
Las estanterías no solo estaban repletas de libros, sino que abarcaban prácticamente todas las paredes, a lo ancho y a lo alto, dejando únicamente espacio libre para un gran