Capítulo 34
Estaba sentada en el pasillo del hospital, con las manos entrelazadas y el corazón angustiado por mi hermana.
Isabel seguía en observación, cuando llegamos la Vi muy delicada, con dificultad para respirar, su embarazo la tenía al límite de sus fuerzas. Y yo… no sabía cómo apoyarla, como dejar de sentirme culpable por quítarle a su esposo
Santiago se acercó en silencio, Escuché el leve sonido de sus ruedas sobre el piso. Me miró con esos ojos que me leían el alma
—¿Cómo está? —me preguntó.
—No dicen mucho, Solo que sigue delicada —le respondí sin mirarlo —Espero que no le pase nada.
Se quedó callado unos segundos, luego, con ese tono suyo que me desarmaba suspiro
—No quiero perderte —me tomo las manos.
Cerré los ojos, no quería escucharlo, pero era imposible, Él me repetía que me amaba, parecía no entender que lo nuestro era un imposible
—Santiago, por favor… no ahora —le pedí nerviosa.
—Justo ahora —insistió—. No voy a esperar más. Te amo, Luisa. Y sé que todo esto es un