Lina tenía una expresión inexpresiva en su rostro, pero sus ojos destilaban furia. Sin dudarlo, se dio la vuelta y se fue.
Selene observó su figura alejándose, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Con calma, se vistió y salió de la oficina del director ejecutivo.
En ese momento, la recepcionista se acercó con una sonrisa servicial:
—Señorita Bautista, ¿está satisfecha con mi desempeño hoy?
Selene arqueó una ceja y elogió:
—La información fue precisa y el efecto fue muy bueno. Sigue así.
—Gracias, señorita Bautista...
Selene también fue generosa y le entregó un set de cosméticos de alta gama.
—Toma.
La recepcionista, con los ojos brillantes, aún siendo cortés, dijo:
—Señorita Bautista, no puedo aceptar esto.
—No te preocupes, es solo un pequeño regalo. Si no lo aceptas, me estarías menospreciando.
—No, no es eso.
La recepcionista aceptó emocionada, y sin olvidar informar a Selene sobre la última información:
—Señorita Bautista, puede estar tranquila, he estad