Capítulo 50 —El despido
Narrador:
El aire en la oficina se sentía denso. Cargado. Como si cada partícula estuviera impregnada con la presencia implacable de Roman Adler.
Aylin cerró la puerta tras ella sin apartar la vista de su espalda. Él no se giró de inmediato. Seguía con las manos en los bolsillos, observando la ventana con una calma que, en él, siempre significaba algo peor. Algo peligroso.
Luego de unos segundos eternos, Roman finalmente se volvió. Sus ojos la atraparon al instante. Oscuros, fríos, sin una pizca de emoción.
Ella sintió el estómago contraerse.
Sobre el escritorio había una hoja, algo impreso había en ella que no pudo distinguir desde donde estaba. Con una pluma sobre ella, pero no era cualquier pluma, era la pluma que ella le había regalado por su cumpleaños. Y junto a la hoja, descansaba un sobre cerrado.
Aylin entrecerró los ojos.
—¿Qué es esto?
Roman caminó lentamente hasta el escritorio y apoyó ambas manos sobre la madera pulida, inclinándose apenas hacia el