Bueno, Aylin se está a punto de enterar lo que sucede y creo que no de la mejor manera...
Capítulo 136 —Me pertenecesNarrador:Aylin no volvió a hablar del tema con Dominic. No hizo falta, su sonrisa, su evasiva, su incomodidad silenciosa… ya le habían dicho todo lo que no se atrevió a poner en palabras.Y Roman no diría nada, no todavía. Lo conocía lo suficiente como para saber que él iba a protegerla, sí, pero a su manera. Una que, inevitablemente, la dejaba afuera.Así que decidió moverse por su cuenta. No preguntó, no confrontó, solo observó.Esperó a que Gabriel Ordoñez se fuera. Vio por la ventana lateral cuando se subió a su coche, y se grabó mentalmente la matrícula. Luego fue a la oficina pequeña de la galería, esa donde Roman a veces dejaba papeles que no quería que nadie más viera. No encontró nada, pero se fijó en qué carpetas habían sido movidas. Y tomó nota.Esa noche, cuando Roman dijo que tenía que hacer una llamada, Aylin se levantó sin decir palabra. Caminó por la casa en silencio, hasta que escuchó su voz desde el despacho. No entendía lo que decía, pero
Capítulo 137 —Guardar silencio es traicionar Narrador:Gabriel Ordoñez llegó a la galería poco antes del mediodía. No necesitó anunciarse. Roman ya lo esperaba en su despacho, sentado con la espalda recta y la vista fija en el ventanal. No estaba observando nada. Solo respiraba hondo, como quien se prepara para un golpe que ya sabe que viene.Apenas Gabriel cerró la puerta detrás de él, Roman habló.—Dime que no es lo que estoy pensando, Gabriel.El abogado dejó el maletín sobre una silla vacía y se sentó frente a él, sin prisa.—Lo siento, Roman, esta vez no puedo complacerte, finalmente se formalizó.El silencio que siguió fue espeso. Roman bajó la mirada por un instante, solo para alzarla de nuevo con el ceño fruncido.—¿Cuándo se formalizó?—Fue hace dos horas. Entró la notificación al juzgado y ya fue registrada en el sistema. Esta es la citación oficial —sacó una hoja doblada del portafolio y la extendió sobre el escritorio — En 30 días, vas a tener que ir a declarar.Roman tomó
Capítulo 138 —No me esperesNarrador:Roman sabía que ya no podía seguir callando. Que seguir protegiéndola con silencios solo agravaba las cosas. Aylin no era una niña ni una espectadora. Era su esposa. Y lo que estaba en juego no era solo su libertad, sino también la de ella.Esperó a que cayera la noche. La casa estaba tranquila. Sasha se había ido a dormir temprano, y Amalia no subía desde la cocina. Cuando Aylin entró al dormitorio, cerró la puerta con suavidad. Roman estaba sentado, mirando hacia la ventana, pero sin ver nada. El gesto rígido, el vaso con whisky intacto sobre la mesa, y ese aire ausente le confirmaron lo que ya venía sintiendo desde hacía días.Se acercó sin hablar. Se sentó a su lado, cruzando una pierna bajo el cuerpo.—¿Puedo saber qué está pasando?Roman giró un poco la cabeza. No parecía sorprendido, solo cansado.—Sí —respondió con voz baja —Ya es momento de que lo sepas todo. —Ella no dijo nada, solo esperó. —Es sabido que Miranda apareció. Pero no vino a
Capítulo 139 —Cada minuto iba a pesar diferenteNarrador:Gabriel Ordoñez entró al despacho sin necesidad de ser anunciado. Roman ya lo esperaba. Estaba de pie junto al ventanal, con los brazos cruzados y la mirada clavada en el jardín, aunque no estaba viendo nada.—Buenos días , Roman, traigo novedades del juzgado—¿Y bien? —preguntó sin girarse.Gabriel cerró la puerta con cuidado, sin sentarse aún.—Lo siento, pues lo que ya imaginábamos se confirma.Roman se volvió lentamente hacia él.—¿La deportación?—Sí —respondió el abogado —Es inevitable.El silencio se volvió más denso en la habitación.—El tribunal ya notificó a Migraciones. El registro civil anuló el matrimonio. Legalmente, Aylin ya no tiene vínculo alguno que justifique su residencia y con eso su permanencia en éste país.Roman no se inmutó. Solo asintió, como quien esperaba un golpe que de todas formas duele.—¿Cuánto tiempo tenemos?—No lo sé con exactitud. Podría ser cuestión de días. Pero la rueda ya empezó a girar.
Capítulo 140 —La bufanda azulNarrador:El auto se detuvo frente a la casa con un leve crujido sobre la grava. Aylin bajó primero. Llevaba los hombros tensos, las manos entrelazadas, el estómago revuelto. Respiró hondo antes de abrir la puerta trasera. Apenas lo hizo, Eros, su hermano salió primero, echando un vistazo rápido al frente de la casa, evaluando el lugar como si buscara puntos clave que solo él entendía. No dijo nada, pero sus ojos lo recorrieron todo con atención. Después bajó su abuela, con movimientos lentos, sin ayuda, con esa misma actitud que siempre había tenido; mirar primero, opinar después.Aylin los abrazó a los dos. A su hermano le rodeó el cuello con fuerza; él no se resistió, pero tampoco devolvió el gesto con efusividad. Solo se quedó ahí, como sosteniéndola sin palabras. A la mujer la besó en la mejilla, más suave, más consciente. Sintió en ella una firmeza que no se había desgastado con los años.—Están aquí —susurró, y se separó un poco para mirarlos a los
Capítulo 1 —La esculturaNarrador:El estruendo cortó el aire. Un golpe seco. Un choque brutal. Un sonido de quiebre que atravesó la opulencia de la galería como un disparo en la oscuridad. Por un segundo, el tiempo se detuvo. El murmullo de conversaciones se apagó.La música dejó de existir. Todo quedó suspendido en el vacío.Aylin parpadeó, con la respiración atrapada en su garganta.Los ojos le ardieron. El corazón bombeaba con tanta fuerza que lo sintió en los oídos. Sus pupilas bajaron. Y ahí estaba. El desastre.Los fragmentos de cristal relucían cruelmente en el mármol blanco, esparcidos como los restos de un crimen imperdonable.Había roto algo. Algo importante. Algo que, seguramente, no podría pagar.El eco del impacto aún vibraba en sus huesos. Los cuchicheos no tardaron en comenzar. Un murmullo bajo, sibilante, creciendo como una ola de veneno.—Dios… ¿qué fue eso? —¿Se volvió loca?—¿Sabe siquiera cuánto costaba eso?Aylin sintió la sangre huirle del rostro.Sus dedos se
Capítulo 2 —Yo soy quien mandaNarrador:—Permanece aquí. Vendrá alguien a tomar tus datos. —le ordenóAylin parpadeó, aún aturdida.—No. Volveré mañana.Roman inclinó la cabeza apenas, con la paciencia de alguien que ya conoce la respuesta.—No. Te quedarás.Aylin sintió su cuerpo tensarse.—No tengo por qué…No terminó la frase. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos firmes se cerraron sobre sus hombros. El contacto la sacudió como un golpe eléctrico. El calor de su piel traspasó la tela de su ropa. Sus ojos la atraparon. Impenetrables. Demasiado cerca. Su respiración se volvió errática. El aire caliente chocó contra su mejilla. Se inclinó apenas. Solo un poco. Lo suficiente para que sintiera la amenaza en su proximidad.—Vas a obedecer. —Aylin abrió la boca, pero el nudo en su garganta le impidió hablar. El perfume de él la envolvió, amaderado y oscuro, como un veneno que se infiltraba en su sistema. Y luego, sin previo aviso, la empujó, con la firmeza exacta para que cayera se
Capítulo 3 —No tiene opciónNarrador:Aylin salió de la galería con pasos vacilantes, abrazando el bolso contra su pecho como si eso pudiera protegerla de la vergüenza que aún le ardía bajo la piel.Frunció el ceño al ver el coche ne*gro esperándola frente a la entrada. Grande, reluciente, impecable. La puerta del copiloto estaba abierta.Y él estaba allí. Roman Adler, sentado dentro del vehículo, con las manos sobre el volante, aguardando con la misma calma que usaba para firmar sentencias.Cuando Aylin se acercó, dudando frente a la puerta abierta, asomó la cabeza apenas para mirar al interior. Roman inclinó el rostro hacia ella, sus ojos oscuros buscándola bajo la tenue luz de la calle.—Vamos, sube —ordenó con voz baja, pero cortante.Aylin dudó. Solo un segundo.—No hace falta que me lleve. Puedo volver sola…Roman ladeó la cabeza, como si su respuesta le hubiera resultado graciosa.—No te pregunté.Ella tragó saliva.—De verdad, puedo…—Sube, Aylin.La forma en que dijo su nombr