—Sí, el señor Castillo tiene razón. Los amigos tienen que ayudarse mutuamente —afirmó Ana con la cabeza.
—¡Ja, ja, ja! ¿Qué capacidad tiene él para que la familia Martínez haya venido personalmente a pedir perdón? —se rio a grandes carcajadas Miguel y miró a Arturo con gran desprecio.
—Miguel, ¿acas