Alicia no podía creer que la señorita Martínez la hubiera golpeado.
—¡Tonterías! Este collar me lo regaló mi padre. Obviamente, me lo has robado. ¡Ladrona! —se quejó Sofía, furiosamente apretando los dientes.
Este era el collar que le había regalado a Arturo. ¿Cómo podía estar ahora en manos de Alic