En el bolsillo de Francisco comenzó a vibrar un teléfono. Miguel lo sacó y se dio de cuenta que la llamada era del padre de Francisco, quien sin escuchar inmediatamente comenzó a regañar furiosamente:
—¿Dónde mierdas te has metido bastardo? ¿No te dije que fueras a recoger a la señorita Gonzáles?
—S