—Sí señor… pero… mi celular…
—Te lo doy en la mañana —respondió William torciendo los ojos—. ¡Ya vete!
Lorena, resignada y cansada, salió de la habitación de Will arrastrando los pies. En cuanto la puerta se cerró detrás de ella, William escuchó atento la grabación. Fueron minutos de tortura y do