Cuando se vio solo con Helena comenzó a soltarla de a poco, sintió que la tensión iba desapareciendo y finalmente ella era libre. Damián dio unos pasos y se situó frente a ella.
—¿Estás mas tranquila?
Gran error, eso nunca debió preguntarlo, si Marissa despertó a la fiera, Damián la provocó mas.
—¡Tranquila mis putas narices! —le gritó furiosa al tiempo que le dio una patada a la silla a su lado —te dije que no quería a esa tipa aquí, te lo dije desde que estaba en la casa que no la soportaba —le reclamó con enojo y Damián la miraba sin poder creer su actitud.
Comenzó a lanzar todo lo que encontró a su paso, el cenicero de cristal que estaba sobre el escritorio lo lanzó con fuerza a un cuadro que colgaba de la pared, ocasionando que trozos de cristal cayeran escandalosamente al suelo y parecía no alcanzar a desquitar su enojo. Damián la dejó hacer cuanto quiso, no le iba a privar de sacar su coraje.
Al escuchar aquel escándalo, dos hombres de seguridad irrumpieron en la oficina pensan