Cap. 8 Peripecias de una sirena
Alexis entró en las oficinas y todos centraron su mirada en él. Vestía de negro entero y usaba gafas oscuras, todos lo saludaron con respeto y cuando entró en la oficina se encontró con Rafael Egan, el primo de Fortuna.
—Egan.
—Alexis, supe que mi tío está muy mal.
—Es cierto, quiso volver a realizar una búsqueda de tu prima y… Era inútil.
—Lo visité, los doctores dicen que no podrá desenvolverse por él solo y los abogados me indicaron que ahora estás a cargo.
Era cierto, como esposo de Fortuna lo estaba.
—Sí.
—Entiendo —fijó sus ojos azules en el hombre que tenía enfrente—. Nunca pensé que cuando te conocería hace dos años iba a tener enfrente al futuro director de los departamentales Ferris.
Alexis entonces murmulló:
—Yo tampoco lo pensé… Supongo que la vida da muchos giros.
—Demasiados, diría yo. Bien, entonces vuelvo a mis funciones —entonces se detuvo—. Mi tío confiaba en ti, te veía como a un hijo, espero no lo defraudes.
Alexis se quitó las gafas oscuras y miró la amp