Capítulo 9: La conciliación.

Se interna Derek, en la habitación de Leah accionado el remoto de su silla. Ella lo mira de reojos y de inmediato se hace la dormida.

—No finjas Leah, hablemos—murmura Derek muy cerca a la cama.

—Vete Derek, quiero estar sola—indica Leah con lágrimas en sus ojos, aún sigue muy confundida.

—Leah no llores, ven aquí—se levanta sollozando y se sienta en la cama.

—Derek no sé qué me pasó. Lo lamento, debes de pensar que soy una atrevida de lo peor.

—No para nada, no pienso mal de ti, fue solo un impulso, que me tomó por sorpresa—frunce Derek el ceño con desconcierto.

—No volverá a pasar.

—Ya Olvidemos ese tímido beso. Hagamos cómo si nunca existió.

—¿Me perdonas Derek?

—Leah por Dios, no tengo nada que perdonarte—por un impetuoso arrebato, Leah se le abalanza encima, se abraza a él con mucha fuerza y Derek, corresponde a ese abrazo con el mismo ímpetu.

En la puerta se hallaba Martina, con una taza de té para la muchacha, al ver la escena tan tierna entre ambos sonríe y retorna nuevamente
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