En horas de la tarde, en la mansión Holwes. Ingresa Jeremy, junto con su madre y su hija, para presentarle la niña a Victoria. Se muere de los nervios, desconoce cómo reaccionará ella, su cara de ayer al decirle del nacimiento de la niña, no muy agradable.

—Hola Alfred ¿Dónde está Victoria? —pregunta Jeremy.

—La joven Vicky, está en su habitación, vengan conmigo—Elizabeth mira a Jeremy y siguen a Alfred.

—Jeremy—se advierte, rápidamente Vicky de su presencia—¿Es tu hija?

—Si cariño, no es adorable—la mira Jeremy con ternura.

—¿Dónde está Alexander? —pregunta Elizabeth.

—Hola Elizabeth, disculpa. Mi hijo está afuera con mi madre lo saco, para que tomara el sol.

—Voy a verlo, los dejo. Espero arreglen sus diferencias, hija solo mírala, es un angelito y no tiene la culpa de nada—sale Elizabeth de la habitación y esboza una tímida sonrisa.

—Amor, no tiene nombre—menciona Jeremy.

—Dámela, quiero tenerla en mis brazos—Vicky la toma y un fuerte escalofrío, recorre su piel hasta hacerla eriza