CAPÍTULO 38: ME ESTÁ VOLVIENDO LOCO
Maxwell
No esperaba tener a una pequeña niña de cinco años cantando las canciones de las princesas a todo pulmón en mi auto. Ya pasé esa etapa con mis gemelos cuando ella me abandonó y para ser sincero, mis hijos nunca fueron tan escandalosos.
Aun así, me quedo embelesado observándolas a ambas por el retrovisor cuando me detengo en los semáforos. La forma en la que Hannah le sonríe y la niña le mira de vuelta con la misma emoción, con amor. Es realmente adorable.
Yo siempre quise tener una hija mujer. Amo a mis gemelos, pero una niña es la ilusión de todo padre. Sin embargo, eso nunca ocurrió. Aprieto el mango del volante intentando contenerme. Me llena de rabia pensar que Hannah le dio una hija al desgraciado del abogaducho y no a mí.
Llegamos a la empresa sin cruzar palabras. Por suerte la sala que habilité para mis hijos todavía sigue intacta, aunque ya no es tan infantil. Una parte está destinada para Max, mi sobrino. Pero la mayor parte se la