Punto de Vista de Mia
La habitación del hospital era demasiado silenciosa. Demasiado blanca. Demasiado... vacía.
Igual que yo... entonces.
La luz de la mañana lastimaba mis ojos. Seguía con la mano sobre mi vientre. Ya no había nada ahí. Sin movimiento. Sin vida. Solo vacío.
Cuando la puerta se abrió, supe que era Kyle. Siempre lo sabía. Incluso entonces, mi corazón reaccionaba a su presencia. Odiaba que lo hiciera.
—Deberías estar descansando —dijo. Sus pasos eran medidos, controlados. Todo sobre Kyle siempre era controlado.
Giré mi cabeza lentamente. Se veía perfecto. Ni un solo pelo fuera de lugar. Como si nada hubiera pasado. Como si nuestros bebés no se hubieran ido.
—¿Cómo está Taylor? —pregunté. No pude evitarlo. Necesitaba saber si había pasado la noche con ella mientras yo estaba perdiendo a nuestros hijos.
Su mandíbula se tensó.
—Está bien. Solo unos moretones.
Por supuesto que sí. Taylor siempre caía de pie. Mientras yo lo perdía todo.
—Los médicos dicen que necesitas descan