TYLER
Cora estaba actuando de manera extraña.
Lo realmente extraño era que yo lo había notado.
Nunca antes había intentado entender a las mujeres. No tenía sentido hacerlo: entraban y salían de mi vida en cuestión de horas.
Pero con Gail, todo era diferente. Había llegado a conocerla. Había aprendido a leerla, a escuchar las cosas que no decía. Podía captar el tono de su voz o ver la mirada en sus ojos.
Todo eso significaba algo.
Y últimamente, ella había estado distante y distraída.
Tampoco me decía qué le pasaba. Juraba que estaba bien, pero empezaba a sospechar que me estaba mintiendo. A menudo parecía preocupada. Pero cuando le preguntaba al respecto, cambiaba de tema.
No estaba seguro de cómo manejarlo.
—¿Lista? —pregunté, entrando en el dormitorio principal. Llevaba un traje y corbata, listo para dirigirme a la reunión con los inversionistas que había estado planeando durante semanas. Había estado en la oficina, trabajando en mi presentación para la noche, mientras Gail se prepa