Al salir del restaurante, Elena se dio cuenta de lo bien escondido que estaba este restaurante en el callejón.
Caminó pensativa de un lado a otro por varias calles, pero no lograba llegar a la avenida principal. No tenía ni idea de cómo había llegado Silvio.
Justo cuando estaba pensando en llamar a una puerta para pedir indicaciones, escuchó el sonido de un pito detrás de ella.
Se dio la vuelta y vio al conductor asomándose por la ventana del coche: —Señorita, la llevaré de regreso.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? — preguntó muy curiosa Elena cuando subió al coche.
—Estaba cerca, el señor pensó que tal vez se había perdido, así que me mandó a recogerla.
Recordando su atrevido acto en el restaurante, sintió que su corazón latía aún más rápido.
—¿Y él? — ¿Por qué no vino él mismo?
¿Estaba enfadado?
Pero si realmente estaba enfadado, ¿por qué se preocuparía por mandar un conductor para llevarla de regreso?
—No me atrevería a preguntar por el señor, tal vez cuando regrese, usted ya habrá ll