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Al otro lado
del océano.
El rey de las sombras surcaba los mares, a toda vela, mientras perseguía a su enemigo, al mismo tiempo que los marineros aclamaban con gritos de guerra para que su capitán diese las ordenes, de un lado a otro, tratándolos con poca amistad.
La joven tenía el cabello rojo, nariz respingona, ojos azules, camisa blanca bien acicalada, y vestía como un pirata, parecía realmente ruda, pero los que la conocían íntimamente sabían que no era tal.