La Dueña del Millonario
La Dueña del Millonario
Por: Denisetkm
Prólogo

.

Hay mujeres que sueñan con su boda por años, llamándolos incluso como “el día especial”. Otras que, sin embargo, dicho día les da igual. Por último, pero no menos importante: hay quienes que, por necesidad, se ven paradas en el altar sin darse cuenta.

Las voces en el fondo le sacaron de su cavilación, devolviéndola a tierra firme para cumplir su rol. Los escuchaba por todos lados, descontrolados y ansiosos por obtener las mejores fotografías, incluso cuando ellos mismos habían sido quienes los contrataron.

«¡Gira la cabeza un poco más hacia la derecha!» «¡Acércate más hacia ella!»  «¿Esa es la expresión que debería llevar una novia el día de su boda?»

Cámaras por todos lados, flashes cegadores y más desconocidos que amigos inundaban el perímetro. Apretó su mano contra el ramo de flores de rosas blancas. Estaba muy nerviosa y se sentía fuera de lugar. Quizás no debió aceptar, tal vez debió pensarlo mejor, pero… Momentos desesperados requieren medidas desesperadas.

Y ella estaba muy desesperada.

¿Cómo había dejado que esto pasara? Toda su vida creyó que, cuando este día llegara, lo haría por amor; con una ceremonia pequeña y con sus familiares viéndola unir su vida con la persona que sería la ideal para ella, alguien que estaría allí apoyándola, siendo como quien dice: su perfecta mitad.  Y de repente, ¡Bum! Todo es muy diferente a lo que había soñado.

Aunque algunas mujeres no soñaban con estas cosas, ya que dicen ser independientes e insisten que casarse no condiciona su valía, ella siente que esto le será de ayuda. Talvez sentar la cabeza le haga sentirse plena, algo que sigue anhelando desde lo más profundo de sí. Soltó un suspiro suave, tratando de no llamar la atención. Al final del dia, son cosas suyas.

Sea como fuere, ya es muy tarde para echarse hacia atrás. Era momento de firmar su sentencia de muerte.

Alzó la vista y la desvió hacia el hombre a su derecha. Alto, con el cabello como la noche echado hacia atrás con gomina y unos ojos como la tormenta, con aquel traje negro hecho a su medida y esa expresión intimidante que tiene… definitivamente, parece un ángel.

Un ángel de la muerte, por supuesto, pero muy guapo.

Miró cómo frunció el ceño y luego inclinó la cabeza, fue un movimiento suave; le indicaba que era su turno. Bufó y extendió la mano para tomar la pluma.

Debía de dejar de pensar tanto y plasmar su nombre en el documento que la convierte legalmente en la mujer de ese demonio; recuperar la compostura y derramar su dignidad en el pulso de su mano al firmar. Pues, lo que más le dolía, era que lo amaba. Cuando, para él, esta supuesta unión sagrada no era más que un simple acuerdo en donde todos ganaban.

«Es una decisión que va a resultar muy costosa», su sentido común no dejaba de repetirle mientras ese magnífico hombre se acercaba para besarla y completar el teatro.

¿Cómo se había metido en esto?

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo