[MATÍAS]
Quito la venda de sus ojos y observo como lentamente se va adaptando a la tenue luz del camarote. Me mira de una manera picara, muerde su labio inferior y luego se ríe provocando que ría con ella —Quien lo viera señor Mendoza...— Me dice de manera sensual y lleva su dedo índice al centro de mi torso y baja lentamente.
El que yo este acomodado sobre ella con la ayuda de mis codos apoyado sobre el colchón y prácticamente me sostenga en el aire; facilita su tarea —Aitana, te había dicho antes que contigo quería vivir cosas únicas; y esto lo ha sido.— Le explico y mi mirada se centra en sus ojos a pesar de que su desnudez sigue desconcentrándome.
Se sonríe —¿Te confieso algo?— Me pregunta tímidamente.
—Tú confiésame todo lo que quieras... soy capaz de ser tu cómplice en todo.— Digo