Pasado.
Hace 4 años.
Un año pasó borroso. Ángela estaba mejorando día a día. Ahora ella no sólo entrenó con Nolan. También entrenó con Kevin y, a veces, con Connie y otros entrenadores. Ella no cayó sin luchar. Y ella se había vuelto excepcionalmente más rápida y aguda.
—Vamos, inténtalo —dijo Ángela, sosteniendo un vaso de sangre frente a Kevin, que estaba usando su teléfono y mirándola como si estuviera haciendo alarde de cuernos en la cabeza.
—Simplemente no me mires fijamente. Pruébalo y dime ¿cómo es? —dijo ella, empujándole el vaso en la cara.
—¿Estás loca? —refunfuñó, molesto por ella y sus ojos se abrieron ante lo que acababa de decir.
—¿Qué tiene de loca? Sólo te pido que lo pruebes. Pruébalo y cuéntame ¿cómo es?
Kevin dejó caer su teléfono en su regazo, cruzó los brazos sobre el pecho y la miró.
—¿Por qué no lo intentas? —estaba tan molesto que ni siquiera olió lo que había en el vaso.
—Lo hice. No me gusta, sabe a cobre y metal —hizo una mueca. Las cejas de Kevin se arquear