Capítulo 119. Dicen por ahí...
Dejé que sus manos soltaran el moño de mi cabello y buscaran el broche de mi sujetador, entretanto yo acariciaba su cuello con una mano y con la otra intentaba quitar su cinturón.
Estábamos mal, muy mal… y fue en ese momento cuando entendí una sola cosa.
Keisi tenía toda la razón. Solo había un límite muy pequeño entre lo incorrecto y lo moralmente aceptable, y nosotros ya lo habíamos cruzado…
O casi, porque…
—Ari ¿Estás aquí?.
Y hablando de Keisi.
Me levanté de prisa y empujé a Daniel detrás del camarote, luego le lancé la ropa del perchero encima y me acomodé la ropa lo más rápido que pude.
—¿Por qué esto me recuerda a algo?
—Shh, cállate.
Me até el cabello, acomodé mi pantalón y sequé mi sudor frío. Dos segundos después la puerta se abrió.
—Te estaba buscando… —Keisi entró al cuarto e hizo una mueca, viendo el desorden sobre mi cama— ¿Estás bien?
—¿Yo? —rasqué mi nuca con nerviosismo —. Sí ¿por?
—Nada. Es que tienes los labios hinchados… —sus ojos se desviaron de nuevo a mi cama —.