—Qué honor el que me haces.

Me puse a reír.

—En realidad me refería al doctor Kenwood que está por allá —lo señalé. Estaba a unos metros detrás de él, cerca de la ventanilla de farmacia, coqueteando con la encargada, como siempre.

—¿Y mi "gracias"?

Rodé mis ojos sin voltear a verlo de nuevo y me dispuse a caminar hasta el vestidor de las enfermeras.

Sí, era enfermera… no doctora. Estaba a punto de sacar un técnico. Supongo que estar ahí ya era un avance, aunque no fuera como quisiera.

—¡Oye! ¡Te quité a Ingrid de encima! —reclamó —. Y no escuché un "gracias, hermoso Scott".

—Nadie te lo pidió, Scott. Lo tenía bajo control. Además, deberías controlar más a tu novia.

Crucé al final del pasillo y entré al cuarto de los casilleros donde tenía guardadas mis cosas.

—Ingrid no es mi novia.

—Quiere contigo.

—Y yo contigo.

Me di la vuelta para refutar, pero no fue la idea más sana. Apenas giré, me encontré con un pecho duro frente a mí y un par de brazos musculosos rodeando mi cuerpo, aprision